Juanma Bajo Ulloa (Vitoria-Gasteiz, 1967) es un cineasta español que con tan solo 17 años fundó la productoraGasteizko Zinema. Es el director más joven de la historia en conseguir conAlas de mariposa (1991), su primera película, la Concha de Oro delFestival de Cine de San Sebastián.La madre muerta(1993), con guion y producción propios, es su película más premiada internacionalmente. En 1997 rodóAirbag, una violentaroad movie con guion y producción ajenos, que se convirtió en la película más taquillera de la historia del cine español. ConFrágil(2004) vuelve al cine independiente y continúa con su camino de películas con atmósfera de cuento. ConRey gitano(2015) volverá al cine comercial. Baby (2020), una historia intimista sobre la maternidad, rodada sin palabras, es su última película hasta la fecha.
PREGUNTA: Leyendo tu biografía parece que lo tuviste muy claro desde muy joven, me refiero, a lo de querer ser cineasta y relacionarte con el mundo a través de la imagen. ¿Hubo algo externo que te influyó a ello?
JUANMA BAJO ULLOA: Siempre había tenido una enorme necesidad de expresión y, el cine, me apasionaba aunque, en realidad, mi mayor amor era la música. Tenía buen oído, pero no tuve disciplina para aprender un instrumento. Mientras tanto, rodaba piezas en Súper-8 como un hobby, pensando que el cine era algo solo alcanzable para una élite nacida en Los Ángeles o en Madrid. Hasta que descubrí los festivales de cine. Entonces vi los trabajos de otros cineastas amateurs y me decidí a contar algo en serio.
P: ¿Por qué decidiste crear con diecisiete años la productora Gasteizko Zinema?
JBU: Quería dotar de un sello a mi trabajo. No había cineastas en mi localidad, así que la denominé “Cine de Vitoria” (Gasteizko Zinema) para reivindicar su origen. Busqué artistas y técnicos locales ajenos al cine, y los “reciclé” para este medio para contar historias universales.
P: Con tus tres primeras películas firmaste un comienzo meteórico en el que se aúnan comercialidad y cine de autor ¿te consideras un cineasta anfibio en ese sentido o vas tomando decisiones según las circunstancias?
JBU: Ante todo me veo como un espectador más, y considero fundamental tratar de ofrecer historias de interés, narrándolas de un modo que mantenga la atención y atrape a la audiencia. Por otro lado, mi gran necesidad de exteriorizar lo que me afecta en mi interior, me empuja a exponer ese mundo privado de emociones. Esta dualidad también se percibe en los temas, comedia-tragedia, que son en realidad la base y el origen del teatro clásico y la propia narración.
P: Háblanos de la importancia de la música en tus películas.
JBU: Si el cine es un lenguaje universal, la música lo es a un grado aún mayor. Para mí, su capacidad de sugerir y emocionar supera la de cualquier otra manifestación artística. Por eso contemplo la música como un instrumento de narración tan poderoso como la luz, la interpretación o los diálogos. Por ello trabajo con los músicos desde el principio de cada creación cinematográfica, incluso obteniendo maquetas de los temas antes del rodaje.
P: En 2020 rodaste Baby, una película sin palabras, y conseguiste dejar sin palabras al público ¿Cómo surgió en ti esta idea tan arriesgada?
JBU: Baby nace como una metáfora de la vida y de la creación, de la profunda unión entre todos los elementos de la Naturaleza. Pero también como un homenaje y reivindicación al arte del cine, una forma de expresión con herramientas propias capaces de transmitir cualquier mensaje. Muchas veces el narrador audiovisual se vale del diálogo por temor a no ser comprendido, pero siempre hay una manera de relatar sin necesidad de texto, confiando así en el espectador y en su propia y valiosa interpretación personal.
P: El personaje de Ana Álvarez en La madre muerta no pronuncia una sola palabra durante el metraje. ¿Qué consecuencias técnicas afrontaste para suplir la comunicación oral?
JBU: El exceso de dialéctica ha convertido a las palabras en el ruido de fondo de nuestra Era. El silencio nos permite tomar consciencia de nuestro entorno, fijar la atención sin distracción en cualquier punto que elijamos. Las palabras son solo intenciones, pero los actos nos retratan. Rodar con intérpretes que no contaban con diálogos les ha obligado a realizar un importante ejercicio de composición de sus personajes en el que se implican íntimamente maquillaje y vestuario. En concreto, Ana Álvarez se inspiró en la mímica de su propio bebé.
P: En Baby, esta imposición se extiende a todos los personajes. De alguna manera, más allá del ejercicio de estilo, te posicionas ideológicamente con este filme, dinamitas el cine mainstream.
JBU: No hay ideología en Baby, si no reivindicación de la independencia creativa, algo que siempre molesta al Sistema, sea cual sea. El cine es un poderoso instrumento de comunicación, por eso el Poder siempre trata de controlarlo y usarlo políticamente para respaldar sus intereses y propiciar su ingeniería social.
P: En alguna ocasión has comentado que has tenido que superar muchos problemas para rodar con libertad. ¿Qué hay que cambiar en el cine español en ese sentido?
JBU: Nada va a cambiar excepto en la forma, pues la creación en España ha respondido básicamente a los intereses del poder imperante en cada época. Si durante el fascismo el cine español fue vehículo de propaganda del Régimen, actualmente lo es del adoctrinamiento de una masa hipnotizada. La diferencia entre la censura de épocas pasadas y la actual es que la anterior era reconocida como represora y nociva; sin embargo, la actual ha sido aceptada y auto-aplicada por una población amaestrada y eminentemente ignorante.
P: ¿Cómo ves el futuro del cine, teniendo en cuenta el monopolio de las grandes plataformas que producen `contenidos´ en masa?
JBU: No tengo confianza en unos creadores divididos básicamente entre los aterrados por la cancelación y los oportunistas, parapetados estos tras la excusa de la “corrección política” o el “progresismo pop”. Todos ellos entregados a satisfacer a la mayor máquina de borregos jamás concebida. Desconozco lo que las nuevas generaciones serán capaces de hacer para revertir este escenario, tal vez despierten cuando terminen de hacer TikToks.
P: Martin Scorsese se pronunció en contra de denominar `contenido´ tanto a un vídeo de gatos, como a una película de David Lean. Todo el mundo tiene una cámara en el bolsillo. ¿Piensas como él cuando afirma que lo que parece una democratización de la cultura, en realidad no lo es?
JBU: Es un concepto muy ilustrativo, “contenido”, tras el cual, incluso las obras maestras pasan a ser pura mercancía bajo el indisimulado interés de los mercaderes mediáticos en propiciar nuestra más obscena bulimia audiovisual y convertirnos en adictos. Estos parapetados también tras pomposos pero devaluados términos como “democrático”.
P: Varias de tus películas nos hablan del amor y de las difíciles relaciones familiares. ¿Son los vínculos sentimentales el punto débil de tus personajes?
JBU: Debilidad y fortaleza se forjan en la fragua de la niñez. Después, todo gira en torno a ello. La manera en la que nos enfrentamos a los más tempranos trances familiares, marca el resto de nuestra vida. El amor y el odio, dos caras de una misma moneda, surgen como poderosas energías que transforman nuestra realidad y nuestro entorno. No hay por tanto temas de mayor entidad ni conflictos más omnipotentes que estos.
P: ¿Qué le dirías a quien te ve como un poeta tras la cámara?
A juzgar por el escaso auge de la poesía hoy día, espero que se equivoquen. Pero si ven poesía en Airbag es que tienen la sensibilidad adecuada.
P: Poesía y drama son dos palabras que se emplean bastante para hablar de tu cine. ¿Qué referentes culturales crees que han influido en tu mirada como creador?
JBU: Creo que pertenezco a la primera generación heredera de una cultura heterogénea que incluye cine, televisión, cómic, rock and roll, videoclip, literatura y teatro. Todas estas manifestaciones creativas me han sugerido universos y aportado cierta falta de prejuicios a la hora de expresarme. Por otro lado, el marco del País Vasco, con su particular idiosincrasia y su sociedad reprimida, fuerte, dolorida, noble y arrogante me ha inoculado escepticismo y una manera de observar la realidad.
P: ¿De qué te ha salvado el cine?
JBU: Ha librado a los melómanos de conocer un grupo de rock de dudosa calidad vocal. Y tal vez a mí me ha salvado de largas e inútiles terapias.